Querido Diario:
Aún recuerdo el día que decidí venirme al DF. No sabía la que me esperaba, y no es que me haya ido mal, pero una persona como yo acostumbrada a vivir en casa con sus papás, de disfrutar de lo que se preparaba de comer y tener todo limpio y arreglado, la sufrió mucho.
Me gustaría compartirte algunas de mis experiencias. Tal vez hay muchos foráneos que nos leen y podrían sentirse identificados con mi historia, o tal vez hay algunos otros que planean mudarse y pues les cuento un poco como me fue a mí.
Han pasado muchos años desde que dejé Monterrey. Me acuerdo que cuando me propusieron venirme al DF me emocioné mucho porque sería una nueva experiencia. Mis padres con mucho dolor me apoyaron (como siempre) y me llevaron al aeropuerto. Nunca tuve la oportunidad de irme a estudiar al extranjero como lo hicieron mis amigas porque yo comencé a trabajar desde muy chavita, por lo que fue todo un suceso en mi casa. Mi primer trabajo fue en una casa productora que planeaba lanzar un programa de entrevistas, así que emocionada llegué con todas las pilas a “COMERME MÉXICO” como me dijo mi papá cuando me despidió.
Viví en un hotel 6 meses y pasaron los días y yo comenzaba a extrañar. La emoción se convirtió en nostalgia, todo había pasado muy rápido y yo estaba sola en una habitación, sin mis papas, sin mi ropa, sin mi cama y sin mis amigas. No tenia carro, por lo que me fue muy difícil transportarme (aparte no me gusta manejar), algunas personas se burlaban un poco de mi acento tan marcado, otras lo tomaban muy personal ya que dicen que en el norte hablamos muy golpeado. La experiencia de trabajo fue muy buena, conocí a muchas personas que hoy sigo viendo con mucho gusto.
Y me pasó de todo, imagínate que un día conocí a un chavo que me gustó mucho, salí con él tres semanas y nos hicimos novios, pero me mentía mucho y yo lo conocía poco (en Monterrey TODOS nos conocemos y sabemos mínimo que hacen, quienes son y hasta quien fue su última novia). Un día me hablo literal la amiga de una amiga que vivía en el DF y cuando le empecé a platicar resulto que el tipo tenía novia y estaba a 3 meses de casarse. ¡Bienvenida al DF!… #CHILANGAZO.
Pero también conocí a grandes amigos que me hicieron sentir en casa, un día le marque al ex novio de una amiga que llevaba muchos años acá y él fue quien me presentó a un maravilloso grupo de amigos con los que sigo conviviendo después de 7 años. Todos eran foráneos y del norte, así que nos volvimos una especie de clan y estábamos todos los días juntos. Viajamos, disfrutamos y nos la pasamos increíble.
Después de 6 meses, cuando terminó el proyecto, me regresé a Monterrey, llorando le dije a mis papas que no quería volver pero mi papá me dijo: ” No te des por vencida, tú ya decidiste algo y ahora es momento de que regreses y des lo mejor de ti”. Así fue cuando decidí mudarme en forma a un departamento cerca de donde vivían todos mis amigos. Era la primera vez que vivía sola.
No me fue nada mal, después de 3 semanas conseguí trabajo como reportera en el programa “HOY” (luego les contaré un poco de esa historia). Conformé pasaron los meses y las experiencias laborales me hacía más falta mi familia. Cerrar la puerta y no tener con quien compartir mi día me destrozaba, levantarme y saber que no estaban mis papás o mi hermano, me hacía sentir muy triste. Viajaba a Monterrey muy seguido para poder cargar pilas, o como bien dicen ” tocar base” y continuar.
No la pasé nada bien, pero después solté un poco y comencé a adaptarme a esta hermosa ciudad que me ha dado mucho. Logré independizarme y ver por mí, administrar mi casa yo sola, pagar mis cuentas, la renta, el mantenimiento, entre muchas otras cosas que estando en casa nunca hubiera aprendido. Aprendí a valorar a mi familia, mis amigas, mi espacio, mi Monterrey querido, así que cada vez que dicen algo del norte me da una nostalgia terrible. Recuerdo mi tierra con mucho gusto y me da orgullo decir que he sido de las pocas regias que siguen acá trabajando y que no se han dado por vencida.
Ser foráneo no es nada fácil pero uno aprende muchisisisiismo. Ahora llevo casi 7 años aquí, he vivido de todo un poco y siempre que me preguntan ¿No extrañas Monterrey? contesto “Si mucho, pero esta es mi segunda casa”. Ahora no estoy tan sola, mi hermano y mi papá decidieron venirse a vivir al DF y casi logro convencer a mi mamá de que también lo haga. Visito muy poco mi tierra, pero cuando lo hago no dejo mi tour gastronómico y voy a mis restaurantes favoritos, disfruto ver a toda mi familia y a mis maravillosas amigas que ya están casadas y tienen unos hijos hermosos (yo soy la rebelde del grupo).
Querido diarioooooooooo aquí te seguiré escribiendo cada vez que me llegué la inspiración. Ojalá que alguien que nos lea también nos comparta sus experiencias. Y me despido diciendo… ARRIBA EL NORTEEEEEEEEEEE
PD. Espero hayan leído el texto imaginando mi voz con acento norteño
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