Natalia Téllez se ha convertido en un ejemplo no solo de ser una excelente comunicadora, con el paso del tiempo ha podido superar cualquier obstáculo en el camino, ayer la conductora publicó una columna especial en un periódico de circulación nacional y lleva por título: “No me llamo Barbie”.
Las líneas sinceras que se leen desde el inicio, logran capturar al lector y por supuesto, Natalia se convierte en el mejor ejemplo para miles de jóvenes que pasan por una situación parecida.
“Cuando cumplí 16 años decidió ya no comer o por lo menos comer lo menos posible, la gente me preguntaba si era porque estaba triste por haber perdido a mi mamá…”
En realidad, la guapa conductora buscaba verse como las chicas que a diario vemos en las revistas, pese a que su complexión era delgada siempre rechazó su cuerpo, “prefería ser delgada, me parecía elegante y cool, nada mejor que unos jeans talla cero que me quedaran aguados, aunque el costo fuera ser un zombie que deambulaba sin una gota de energía”.
Asegura que sus padres decidieron no comprarle nunca una Barbie “precisamente porque mis padres pensaban que era introducir un estereotipo irreal en la cabeza de una persona que ni siquiera se ha formado como individuo, no me pudieron salvar de lo demás: las chicas perfectas de los anuncios de piernas infinitas y miradas ausentes”.
Definitivamente uno de los mensajes que marcó parte de la vida de la también actriz fue: “tienes que verte como ellas para aspirar a ser alguien para ser bella y en una sociedad que compra la belleza a cambio de un estilo de vida serlo lo es todo”.
Nada cambiaba en la vida de Natalia, hasta que entró a estudiar actuación, donde encontró que no era la única intentando ser delgada, pero conforme las clases seguían, el esfuerzo era mayor y entonces decidió comenzar a comer y al cabo de unos días, su compañera fue expulsada por no tener presencia.
La reconciliación con su cuerpo y con su mente llegó: “Entré a un baño y me vi directamente a los ojos, me reconcilié con todo esto que sí soy, juré que a mí nunca me ‘faltaría presencia’ ni energía, ni risas o sonrisas que me hicieran caminar por ese difícil camino de aceptación que conlleva tantísima valentía (…) la secreta llave de la libertad personal: la del amor propio”.
Actualmente Natalia es uno de los íconos juveniles más importantes de la televisión mexicana, su carisma, trabajo y responsabilidad ante las cámaras se ha ganado el corazón no solo de jóvenes quienes la admiran, sino el de adultos que reconocen a primera vista su talento. AQUÍ la columna completa.
¡Eres grande Natalia!