Recientemente se dio a conocer el caso de una mujer de 40 años de edad que se sometió a una prueba estándar para detectar la COVID-19, momentos antes de someterse a una cirugía de hernia electiva.
A través del journal JAMA Otolaryngology-Head & Neck Surgery, se confirmó que tras someterse a la prueba la mujer experimentó secreción de moco de un lado de la nariz, vómitos, dolor de cabeza y fuga de líquido cefalorraquídeo (LCR) y es el primer caso detectado.
En esta noticia difundida por la publicación, se asegura que la paciente tenía un defecto de la base del cráneo no diagnosticado y al realizar la prueba causó un trauma en el encefalocele preexistente de la señora, aunado a esto, confirmaron que la mujer extirpó los pólipos nasales hace 20 años.
“Este caso de fuga iatrogénica de LCR de la prueba de frotis nasal para COVID-19 ilustra que una intervención quirúrgica previa, o una patología que distorsiona la anatomía nasal normal, puede aumentar el riesgo de eventos adversos asociados con las pruebas nasales para patógenos respiratorios, incluido covid-19”, se lee en el artículo difundido en la publicación.
La mujer finalmente fue operada y resolvieron con éxito la afección que sufrió, sin embargo, han destacado que pudo haber desarrollado una infección cerebral o que entrara aire en el cráneo y pudo haber muerto.
Han confirmado que el hisopo no perforó la base ósea del cráneo sino que esta prueba que es invasiva pudo causar el trauma, incluyendo el antecedente médico.
Tras esto, han recomendado que los pacientes que presenten defectos de este tipo, sean sometidos a tratamientos y busquen otro tipo de prueba para detectar la coronavirus.
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