‘iCarly’ se convirtió en uno de los programas más vistos de la televisión en Estados Unidos y en gran parte de Latinoamérica, lugar donde actualmente siguen pasando parte de la serie.
Sin embargo, este fin de semana, una de las protagonistas compartió un oscuro momento que vivió mientras su carrera como actriz comenzaba a ascender en la televisión estadounidense.
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A través del Huffington Post, la actriz confirmó que desde que se convirtió en una estrella emergente de Hollywood, aprendió a ver su cuerpo como la posibilidad de conseguir más roles, e inicia afirmando: “mi vida de alfombras rojas, programas de televisión…¡y perder un diente por purgarme.”
“Desafortunadamente, tenía una compañera confiable y dedicada para ayudarme con mi anorexia en crecimiento: mi mamá”, aparentemente la madre de la actriz fue hospitalizada por este trastorno durante su adolescencia.
Además, confesó que en su casa, lo único que vio para comer “era un plato de brócoli al vapor y coliflor con una pizca de sal de ajo para darle sabor.”
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Pero lo que más sintieron sus fanáticos, fue al saber que durante su etapa como ‘Sam Puckett’, la situación se hizo aún más grave, ya que todo el tiempo cuidaba qué comer, hacía ejercicio en exceso y por supuesto su obsesión por medirse cada noche evidenciaron el problema de alimentación.
“Cuando entré a ‘iCarly’, me obsesioné aún más con la comida y mi cuerpo. Supervisé cada bocado que tomé. Hice ejercicio obsesivamente. Medí mis muslos todas las noches con una cinta métrica.”
Luego de terminar la serie, Jennette comenzó un nuevo programa junto a Ariana Grande, tiempo donde su mamá fue diagnosticada con cáncer, más tarde murió y por supuesto, la situación volvió a complicarse, hasta que gracias a su cuñada, pudo encontrar la ayuda de profesionales.
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Fue hasta hoy que la actriz compartió su experiencia con el fin de mostrar el lado oscuro que nadie conocía.
“Han pasado dos años y me está yendo bien, recuperándome y avanzando. Todavía tengo deseos de comer, compulsiones y fantasías ocasionales. Todavía escucho esa vieja voz de trastorno alimenticio, pero afortunadamente la escucho con menos frecuencia. Y cuando la escucho, ahora tengo las herramientas para silenciarla. Así que, afortunadamente, ahora puedo hablar sobre mi desordenada comida sin titular este artículo:’Vomité tres minutos antes de escribir esto’”, finaliza su relato que ha erizado la piel de sus más fieles fanáticos.
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